Javier Senosiain, un alucinante arquitecto orgánico

Un muro se transfigura en sofá; un techo muta en jardín; la regadera recuerda a una cascada; ventanas que se vuelven ojos y azulejos, escamas;  un edificio que, en su conjunto, imita a las formas de la naturaleza. Es la arquitectura orgánica en toda su expresión. Y ese es el tipo de arquitectura en el que se ha enfocado el mexicano Javier Senosiain, cargando su estilo con los elementos del prodigioso entorno de su país para dar unos resultados que solo pueden calificarse de alucinantes.

Egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México, Senosiain es fundador del despacho de Arquitectura Orgánica con sede en la Ciudad de México que ya tiene cuatro décadas de experiencia en proyectos arquitectónicos en tierras aztecas y en otros países.

La bioarquitectura, como también se denomina a estas tendencias, tiene su origen en las visiones de grandes arquitectos, como Frank Lloyd Wright, Bruno Zevi, Juan O’Gorman y Antoni Gaudí. Senosiain tiene influencias de todos ellos, pero su obra es muy  peculiar, sobre todo en los volúmenes que evocan animales, conchas, cuevas y cascadas. Se distingue por usar materiales propios de cada región y por incluir alusiones a la tradición artística mexicana.

Pero no se trata solo de imitar a la naturaleza en sus formas. También de asociarse con ella para obtener provecho de sus funciones. Por ejemplo, en los exteriores, Senosiain utiliza azoteas y fachadas verdes, logrado así mejorar el clima interior.

Senosiain, además de numerosas obras para los vivos, ha creado un impresionante mausoleo para su suegro, el legendario cantautor José Alfredo Jiménez, obra que se encuentra en el cementerio municipal de Dolores Hidalgo, Guanajuato. Se trata de un colorido sarape (la manta típica mexicana) y un enorme sombrero que saltan a la vista de los visitantes del camposanto. El epitafio del mausoleo dice: “La vida no vale nada”.

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